EL DIARIO


Primera línea Primera página:

   Querido diario, ¿A qué no adivinas qué? Hoy es mi sexto cumpleaños y mi papá me hizo un regalo extraordinario. Dijo que lo había encontrado en lugar lejano del planeta. Si, así como lo oyes. Al inicio pensé que era algún juguete más, pero no, en realidad era algo mucho mejor…bueno ya no te voy a tener más esperando…ese fabuloso regalo eras tú. Luego de quitarle todo el papel de regalo, aparecistes frente a mis ojos.

   Luego de un rato supe que no eras un diario común y corriente, no, nada que ver. En lugar de escribir, solo tengo que hablar lo que deseo que aparezcan en tus hojas y vos solito haces todo el trabajo por mi…maravilloso. ¿No lo crees?  Lástima que no me puedas contestar. Bueno ahora te voy a dejar porque  mamá me está llamando para partir el pastel, luego nos vemos.

Primera línea Segunda Página:

    Querido Diario, no se si por razones del destino o por alguna mano divina, como decía mi abuela, nos hemos vuelto a encontrar luego de tantos años. Te encontré en el fondo de una de las tantas cajas que guardé con cosas de mi ayer.  Me disculpo por no haber estado contigo todos estos años, pero hoy te quiero compartir  muchas cosas que he atesorado en mi mente.

    Hace poco regresé del hospital, porque los doctores han determinado que ya no tengo cura y es mejor que pase mis últimos días en casa. Las visitas de mis familiares y amistades, han casi disminuido. Pero aquí entre nos, prefiero estar a solas.

   Bueno, no se por donde empezar, son tantas las cosas que quisiera contarte que no se ni siquiera por donde hacerlo.  Me siento tan ansioso que los recuerdos me saltan como borbotones desde mi interior. Pero: ¿Crees que alguien llegue a leer estas páginas? ¿Sentirán curiosidad por saber que escribí? Bueno tampoco espero que se convierta en un best seller, como dicen por ahí. Imagínate, algo así como el Diario de Anna Frank, o peor aún, el Diario de Bridget Jones, no te burles, por favor.

    Digamos que tan solo no quiero aburrir a nadie con historias largas con muchos detalles. Tal vez cosas al azar que en algún momento fueron importantes en mi vida. Algo que quisiera destacar, no sé, estoy divagando un poco, pero por algo hay que empezar, no?.

     Para quienes me conocieron, fui un niño callado, un poco introvertido que jugaba en solitario en mundos extraordinarios y creando personajes igual de magníficos e inverosímiles, pero al final era muy tímido con los demás que tal vez por eso me escondía narrando historias a veces cómicas para poder calzar. Ya sabes. Mi abuela materna se divertía con todo lo que contaba, como gozaba, hasta me daba miedo que le diera un infarto con cada carcajada.

      Mi primer contacto con el público fue un total desastre, sabes? Acompañamos a mi hermanita menor a su presentación de baile folclórico en el kínder, y la maestra toda angustiada le dijo a mi mamá que el niño que debía ser su pareja no había llegado aún. Y como mi madre era rápida solucionando las cosas, en forma democrática, me asignó a mí como el sustituto. Qué? Con solo siete años de edad. Imagínate, ahí estaba yo, como un alfeñique, flaquito y escurrido. Corrieron a pintarme unas patillas y un bigote con carbón, grasa, o betún de zapato y luego me vistieron el trajecito ese del niño ausente, que me quedaba como una larga pijama.

     Se abrió el telón, sonó la música, y solo me dijeron que siguiera los movimientos de los demás niños. Pero yo estaba petrificado ante todos aquellos pares de ojos que veían al escenario. Mi querida madre, me decía en susurro: “muévete, muévete”, según ella tenía algún botón mágico para que tal cosa sucediera a voluntad. Mi pobre hermanita agarro cada punta de su falda y comenzó a danzar mientras yo estaba literalmente clavado en el piso que finalmente terminamos siendo la pareja del centro mientras los demás bailaban a nuestro alrededor. Qué horror, pero me río para no llorar cada vez que lo recuerdo.

    Luego de que descubrieron mis actitudes histriónicas, y no te burles, en los siguientes años, me vistieron como una fruta para declamar un poema, luego fui un doctor con todo y el kit médico, más grande fui la pareja de baile de una compañera de cuarto grado para el día de las madres hasta que ya en la universidad actué como Bill en la muerte de un viajante. Ya sabes con cana y traje entero, todo un Jack Nicholson. Bajo el “método” creado por un sujeto ruso, nos obligaban a ser super orgánicos. Lo repetían a la saciedad: orgánico, orgánico, orgánico. ¿Qué más orgánico puede ser uno tirándose un pedo, un eructo o vomitando el rancho después de una borrachera?  Luego vino el Inspector de Nikolai Gogol, pero todas para mi eran obras aburridas, que  ya con recordarlas me he aburrido nuevamente. ¿Y al final para qué? Si la mejor actuación es la que realizamos todos los días en el teatro de la vida.

    Hablemos mejor de los sentimientos. Mi primer amor fue en el segundo grado de la escuela. Claro fue un amor platónico porque ella ni me paraba bola, creo que jamás supo de mi existencia. Pero un día me llené de valor y la salude mientras se dirigía al bar de la escuela y antes que ella pagara la coca cola, la pagué yo. Qué galante, no?  De más queda decir que ese día me quede sin dinero para comprarme algo. Pero ella me lo agradeció con una bella sonrisa. Y así de tan rápido como se tomó el refresco, así de rápido se alejó de mi vista. ¿No te parece algo romántico? Ya sé que dirás, muy cursi y pendejo.

     Parece extraño que existan ciertos comportamientos sociales que se imponen para interrelacionar con las chicas.  Por un lado eres todo un caballero si pagas en cada salida. Imagínate. Llega el mesero con la cuenta y debes apurarte a tomarla y sonriendo le dices: “por favor permíteme”, y actuar para que ella no perciba tu preocupación por la dichosa cuenta. ¿Por qué las chicas no pueden invitarnos alguna vez? Por Dios ellas tragan igual o tal vez más que uno, y aun así ellas no tiene que pagar? No parece justo, cierto?

      De las chicas te puedo decir que les encanta el sentido del humor. Es como magnetismo para algunas y un afrodisiaco  para otras.  Por ejemplo, desde el quinto grado de la escuela, las chicas me rodeaban esperando que las deleitara con un nuevo chiste o que hiciera cualquier bobada y a cambio ellas me cuidaban el pupitre, me regalaban una gelatina y me acompañaban junticos a la salida. Me sentía como el Hugh Hefner de la playboy, ya sabes con todas esas conejitas a mi lado, pero claro sin la fortuna del hombre.

   Puede ser frívolo, tal vez, pero en el camino se va a prendiendo, o experimentando.  En el colegio, el día que la chica más linda de mi aula, me dijo que nos besaríamos de piquito luego del recreo, pensé que ella deseaba invitarme a comer alguna repostería. En su lugar, me beso y no sentí nada. En cambio ella estaba como loca de felicidad, pero te juro que no vi a qué se debía tal explosión de emoción. Y eso era porque faltaba algo. Había un vacío. Era como desear un quesillo pero sin el queso; comer un taco de pollo pero sin el pollo. La gran verdad de la vida, sin sentimientos todo lo demás es superficial.

   Y se que muchos se preguntaran, cuándo fue la primera vez, con quién, si fue lindo o no, etcetera, porque debes saber que en toda historia si no hay sexo, es aburrida. Solo observa la pantalla del televisor o de un teatro de cine. En todo momento veras piel sobresalir de la historia. Es porque dicen que eso es lo que vende. Pero la intimidad es otra cosa, no la pornografía barata. Olvidemos esa frase de hacer el amor, porque en medio sudor y concentrado en hacer feliz a la chica, no veo donde hay tiempo para fabricar algo. El sexo puede existir sin el amor, pero no lo contrario. Sé que es una parte importante. Y tampoco creo que importe más la calidad que la cantidad, porque para alcanzar la perfección hay que hacer muchos ensayos, no es así, querido Diario?  Es lo que me encanta de ti, callado y siempre complaciente.

  Aquí debo detenerme un instante. Cuando llega ese momento en que te mueven el tapete es algo soñado. Sublime. Parece cómico pero es cierto. “colga vos primero, ay, no corazoncito, cuelga tú, sí, mi pichoncito, aún te oigo, no, colga primero” ¿Quién no ha actuado estúpidamente en esas circunstancias? Sientes esas mariposas en el estómago y no dejas de pensar en ella. Es extraordinario, pero peligroso. Cuando al fin crees que has encontrado a la pareja soñada, muchas cosas aparecen para poner fin a tu felicidad. Ajá, fin. Finito, hasta la vista baby.  Y claro, que duele. Duele en todo tu ser. Crees que es el fin y que no volverás a ser feliz. Pero en realidad, hay una fila de prospectos esperando afuera con el ticket en mano para ser la próxima. Solo que esta vez no puedes cagarla nuevamente. Eso es aprender de los errores.

       Muchos dicen que la vida es complicada. No es cierto querido Diario, no lo es. La vida es como, como, precisamente como vos. Un libro abierto y sin escribir. La vida nos ofrece sus hojas blancas y limpias para que dispongamos de cada una de ellas. Vos sos el autor de cada episodio. Y lo que escribes no, no se puede borrar. No es así de fácil. No es como romper una hoja de tu libro, comértela, o tirarla a la basura y pretender que jamás ocurrió. Porque una vez que lo has vivido ahí queda, sabes que así fue y ahora forma parte de ti. No puedes deshacerte de cada vivencia. Aprendes de ella o mejor cierra el libro. Por eso hay que aprovechar cada página de tu vida.

          Hay que aprovechar todo lo que hay en tu alrededor. Mira, si en nuestro país hay muchas formas de lograr tus metas si te la propones y sin necesidad de tanto capital. Por ejemplo, los entrenadores deberían llevar a sus pupilos al mercado, si, así como me oyes. Tratando de evitar al carretonero, al vendedor de aguas, al que vende cajeta, te transforma en el mejor driblador del equipo, te imagina, quebrando cadera a cada momento para evitar te atropellen. Es lo mismo, si tratas de atravesar las calles del centro. Si lo logras eres excelente para burlar a tus oponentes. Y si se trata de enviar al primer ciudadano al espacio, solo es suficiente introducirlo en algunas de nuestras rutas, y veras como es fácil vencer la gravedad, colgado en el barandal y cruzando de extremo a extremo, donde una marea de personas te hacen literalmente flotar. Casi no tocas el piso y aún así vas avanzando.¿Y los músculos de los brazos que sacas agarrado para no caerte en cada vuelta o en los frenazos? No hace falta ir a ningún gimnasio, pues ahí es barato y lo puedes hacer todos los días.

    Tampoco es cierto que todos tenemos el mismo tiempo o las mismas oportunidades. Una criatura en el vientre de su madre, puede nunca llegar a besar las mejillas de su madre; sonreír; beber unas chelas o hacer el amor, así de fácil, puede dejar de existir sin ver la luz del sol. Mírame. Mi abuelo murió a los 90 años, robusto, fuerte, fumando y bebiendo hasta el final. Yo dejare este mundo antes de tiempo. Olvida lo último, bórralo. ¿Las oportunidades? Jóvenes que creen que son eterno, en busca de diversión, sin poner un límite y gozar en exceso. Locos en risas, sexo y alcohol. ¿No vieron el otro camión? Fueron mis amigos, mis amigas, que en un segundo terminaron en esa curva, al fondo del barranco. Tenían la gran oportunidad de ser alguien en la vida, pero la desaprovecharon completamente. No hubo graduación, no hubo orgullo en el rostro de sus padres, solo tristeza. Así de fácil todo puede terminar. Aunque suene absurdo, todo tiene algo positivo. Pues los demás aprendimos una gran lección para llevar las cosas en calma. ¿Quieres saber más? Un hombre se desangra en plena calle porque se rehusó a entregarle el fruto de su trabajo a un vulgar ladrón, a una escoria de la sociedad. Dos pequeños aún le esperaban en casa, y nos preguntamos: ¿Por qué? Porque esa basura no tuvo la oportunidad de un buen hogar, de buenos estudios, de un trabajo digno y de un hogar que le brindara algo mejor. Por eso.

    Siento mucho sueño, querido diario. Las pastillas ya están haciendo efecto. En hora buena. Quiero cerrar el último capítulo de mi existencia a tu lado. Tan fiel amigo, que me esperastes todo este tiempo cuando yo te abandone, cuando no te valore.  El último renglón se lo dedicare a la esperanza, a la fe, de que al final todos logremos ver un leve destello de luz en la oscuridad de tu existir. Hasta pronto viejo amigo.